Abrir las alas supone un desafío. Lanzarse camino de la altura sabe a riesgo. Emprender un vuelo lleva consigo una aventura. Surcar mares, abrir caminos es un reto, una llamada a lo desconocido. Lo nuevo pide estreno. El vino nuevo requiere odres nuevos. Y al paño viejo no le cae bien un remiendo nuevo. Vivimos el tiempo nuevo. Este es nuestro tiempo nuevo de gracia. La fuerza del creyente está, en medio de su debilidad, en el poder del Espíritu Santo. Con el Espíritu de Jesús, la vida se hace vuelo con alas de águila que resisten el cansancio y la fatiga. ¡Ven, Espíritu Santo!

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